CINE: Análisis de "Le Notti Bianche" de Luchino Visconti.
“Aunque la quisiera desde hace veinte años, no la querría tanto como en este momento”
"Le Notti Bianche" ("Noches Blancas" en español) es una película del año 1957, dirigida por Luchino Visconti, quien también coescribió el guion junto a Suso Cecchi D'Amico, basados en la novela de 1848 del novelista ruso, Fiódor Dostoyevski.
Vi esta película por primera vez, hace poco más de siete años, cuando cursaba mi primer año de universidad, fue el periodo en el cual me adentré en la literatura de los clásicos escritores de Rusia, como Tolstói, Chéjov, Gogol y Bulgákov, entre otros, pero sin dudas mi preferido desde el instante uno fue Fiódor Dostoyevski, y esta película está basada en una de mis novelas preferidas de él, así que quería tomarme el tiempo de hablar un poco acerca de esta adaptación, que si bien toma sus libertades, resulta maravillosa.
"Le notti bianche" trata acerca de un joven, que transitando en la noche, conoce a una muchacha afligida sentimentalmente ante la ausencia de su amando. Luego de conversar y cautivado ante ella, acuerdan varios encuentros en la noche donde ambos pasan el tiempo juntos.
Me parece muy enriquecedor el hecho de que un director como Visconti, experto en la representación psicológica y emocional de sus personajes, haya decidido adaptar a la pantalla la novela de un autor como Dostoyevski, el cual centraba parte de sus conceptos en la condición humana y las ideas del hombre ante la vida, sus preocupaciones, los sentimientos y el poder de sus mentes en diversas situaciones. La fusión de estos dos creadores artísticos, dan a la historia una carga emotiva y existencial única, puesto que el cineasta logró mantener la esencia del texto original sin ser fiel a él en un ciento por ciento.
Comenzando desde un punto de partida, la historia original está ambientada en el siglo XIX, mientras que la cinta se sitúa a mitad del siglo XX, dando una visión espaciotemporal más modernizada y adecuada al periodo en el cual se encontraban ellos mismos. Sin embargo, este cambio no altera el núcleo del relato.
Cuando se tiene como puntapié o propósito el retratar un aspecto humano como lo son los lazos afectivos, estos pueden resultar por demás amplios y complejos, puesto que la mente de las personas son así, es por eso, que la cinta se encarga todo el tiempo de mantenernos al tanto de que todo lo que vemos está expuesto desde el punto de vista de nuestro protagonista masculino, llamado Mario. Todo lo experimentamos a través de él, todo lo sentimos por medio de él, toda la conexión es gracias a él.
A pesar de tener un narrador desconocido como lo incluyó Dostoyevsky, el centro y el peso de la historia recae en Mario, quien en la película está espléndidamente interpretado por un joven Marcello Mastroianni, maestro del cine italiano y mundial. Él es el espíritu, el alma, el cuerpo y el corazón de la película, y es por eso que su presencia tiene tanta carga y relevancia. Sabemos que existe Natalia, la joven amada de Mario, interpretada por una encantadora, inocente y por momentos desesperante Maria Schell, ante la cual el espectador también puede llegar a empatizar, pero siempre el foco está en la mirada del joven enamorado.
En "Le notti bianche" se nos presentan a dos personas consumidas por el amor, pero no por el tipo de lazo romántico ideal, estamos ante una situación que sabemos no es correspondida.
Por un lado, está Mario, el cual sin saber por qué, se enamora intensamente de Natalia desde el primer momento en que la ve. Él desconoce la razón, simplemente se deja llevar por sus sentimientos y espera cada momento que puede para estar con la joven, llegando a un cierto punto de dependencia, donde de manera interna parece actuar de un modo pasivo y activo ante la idea de adorarla como un simple espectador, hasta actuar siguiendo su corazón.
“Voy a soñar con usted toda la noche, toda la semana, todo el año. Mañana vendré aquí sin falta, aquí mismo, a este mismo sitio, a esta misma hora, y seré feliz recordando el día de hoy.”
Él es un joven que siente, es una persona con un espíritu vivo y por momentos risueño, que disfruta de ser así y esa apasionada forma de ser, al mismo tiempo es el mismo que nos deja ver su sufrimiento, porque él es capaz de padecer todo sin inhibición, aunque resulta tan humano que hasta cae en el mismo egoísmo con tal de ser correspondido, y esto muestra que aunque por más que lleguemos a desear algo, no siempre tenemos lo que esperamos.
Natalia es un personaje ante el cual uno puede tener pensamientos y sentimientos diversos, por momentos la compadeces, por otros la quieres, aunque también uno la podría terminar odiando, pero ella no es más que una muchacha enamorada que con ferviente esperanza, espera de la misma manera que lo hace Mario, solo que sus afectos no van dirigidos a él.
Es fácil juzgar la naturaleza del personaje y su accionar, pero es una realidad que cuando uno no ama, por más que intente forzar lo que no nace de manera genuina, el resultado jamás va a ser bueno ¿Podemos amar? Sí ¿Podemos esperar? También. Pero no podemos forzar a alguien a que nos ame, o odiarla por no hacerlo.
Es por este mismo punto que acabo de mencionar, que el personaje de Mario me parece tan increíble. Él es humano, siente de manera intensa y si bien se descorre de su camino por momentos, embriagado por sus afectos, logra ser consciente de la situación y le da a Natalia el espacio y el respeto de su verdadera apreciación, aceptando y dejándola ir con su amado, a pesar de que eso signifique terminar solo y con el corazón roto.
Amar también es aceptar y saber dejar ir.
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